Para
obtener almidón de maíz, comenzamos con el maíz molido.
Una vez molido, se deja fermentar (con agua y
enzimas) durante uno o dos días para romper las células del grano y
liberar el almidón. Esto da lugar a un producto rico en fase sólida.
En este punto, el producto se centrifuga con un decantador
sólido-líquido a dos fases, que separa, por un lado, el almidón
que se secará y, por otro lado, un flujo de proteínas ricas en
gluten que se procesará adicionalmente con una centrifuga vertical
de discos si es necesario.
El
almidón de maíz es libre de gluten, lo que lo hace muy buscado.